Una dieta para cada década
Las dietas «best sellers» surgen cada cierto tiempo. Con la aparición de un libro, un personaje famoso, etc, las dietas se ponen de moda, disfrutan de su tiempo de esplendor y, finalmente, se olvidan en favor de otras más novedosas y disparatadas.
Parece ser que cada década debiera tener su correspondiente dieta de moda. Así tenemos la dieta «Hay» del Dr. Howard Hay en los años 30, el racionamiento obligado en los años 40, la peligrosa dieta de «la tenia» en los 50, la dieta «Atkins» de los 70, la «antidieta de los 80, la «alcachofa» en los 90, la «paleo» en los 2000, etc.
Vaya por delante la obligada advertencia de que soy totalmente profano en la materia. Mi intención con este artículo es únicamente señalar los aspectos más curiosos de los libros La Antidieta – Vida Sana y que más llamaron mi atención a lo largo de su lectura.
No tengo conocimientos sobre la materia. Para estos temas de alimentación siempre es mejor confiar en los profesionales cualificados, dietistas-nutricionistas, como los de «Comer Sano», por ejemplo.
El libro «La Antidieta»
En los años 80, mi familia estaba suscrita (como gran cantidad de familias) al Círculo de Lectores. Los lectores de más edad sabrán a qué me refiero. Para los más jóvenes, indicar que se trataba de una empresa y editorial que vendía a domicilio, libros y música por el método de suscripción mensual.
Cada mes había que hacer un pedido mínimo. Podrían ser de unas 2.000 pesetas (12 euros) pero no me acuerdo con exactitud. El caso es que si un mes no realizabas un pedido, el Círculo de Lectores te enviaba (y te cobraba, por supuesto) la «obra recomendada». Ignoro los criterios en los que se basaban estas recomendaciones porque un mes que no hicimos el pedido nos enviaron el libro «Vida Sana» de Harvey y Marilyn Diamond. Por mera curiosidad (y porque me «escocía» haberlo pagado), acometí su lectura y estudio. Un tocho de 540 páginas a caballo entre la pseudociencia y los telepredicadores americanos.
En esencia, versaba sobre recomendaciones para conseguir llevar una vida saludable y ecológica. Luego me enteré que era una especie de segunda parte del libro «La Anti-Dieta» de los mismos autores. Así pues, una vez finalizada la lectura de «Vida Sana» adquirí y leí «La Antidieta».
La higiene natural
Hay que reconocer que los americanos son, algunas veces, dignos de admiración. Los Estados Unidos representan el contraste en su máximo exponente. Un país y gentes de extremos. En un viaje de unos quince días, por trabajo, a San Francisco pude sorprenderme al observar personas con obesidad mórbida y personas devotas del ejercicio hasta el paroxismo. No había término medio.
Un país en el que los autores de La Antidieta, sin ningún tipo de titulación y estudios sobre nutrición, consiguen vender más de tres millones de ejemplares de sus libros. En fin, que los USA nunca dejarán de sorprendernos.
Los libros en cuestión están repletos de curiosas teorías en las que basan sus recomendaciones para que consigamos «un programa óptimo para alcanzar el máximo bienestar y vitalidad«. Así reza su portada en el subtítulo. Argumentan y defienden «la higiene natural», esto es: hay alimentos que ensucian el cuerpo (la mayoría) y otros que lo limpian. Por consiguiente, tenemos que basar nuestra dieta en los alimentos «detergentes» o limpiadores.
Existen alimentos vivos y muertos. Las células cancerosas crecen en los alimentos muertos que son los cocinados. Debemos comer, principalmente, los alimentos vivos.
El ser humano, en cuanto a su proceso digestivo, está sujeto a tres ciclos vitales: apropiación de nutrientes (comer y digerir) desde las 14:00 hasta las 22:00 horas. Asimilación y absorción de las 22:00 hasta las 06:00 horas y eliminación desde las 06:00 hasta las 14 horas.
En el ciclo de eliminación no se debe comer nada para no entorpecer este proceso. Así pues, el desayuno es la comida más importante …. ¡para saltársela! Con un par….
No tomar agua en las comidas porque disuelve los jugos gástricos. Hay que tomarla antes y, de paso, llenamos el estómago y comemos menor cantidad de alimentos.
Otras teorías curiosas
Los libros son amenos en su lectura. En el momento de su lanzamiento, las teorías planteadas son novedosas y pretenden cambiar los hábitos alimenticios fuertemente arraigados en la sabiduría popular. No debió ser empresa fácil.
Combinación de alimentos
Defienden que hay que evitar combinar en una misma ingesta los hidratos y las proteínas. Argumentan que el estómago segrega diferentes tipos de jugos gástricos para cada clase de alimentos. El estómago no puede digerir con eficacia las proteínas y los almidones al mismo tiempo.
Las proteínas exigen jugos de naturaleza ácida y los carbohidratos exigen un jugo de naturaleza alcalina. Un alumno de química sabe que estos ácidos se neutralizan mutuamente haciendo muy complicada la digestión. El resto de animales no combina alimentos y les va de maravilla. (En esto no le falta razón).
La leche
En un capítulo muy divertido, manifiestan que la leche es un magnífico alimento …. para los terneros. Que ningún animal está preparado para ingerir leche de otra especie y que lo que ocurrió con los humanos y la leche de vaca fue una anomalía genética en la evolución. Es posible que los individuos humanos con una alteración genética que permita la tolerancia a la lactosa hubieran tenido, en el pasado, más posibilidades de supervivencia en épocas de hambruna.
Los cereales procesados
Desaconsejan fervientemente comer estos famosos cereales de desayuno por su alto contenido en azúcar. Que están diseñados y fabricados con el único objetivo de crear adicción en los consumidores y provocan un considerable daño en el organismo. Cuentan un experimento con ratones en el que los susodichos roedores prefirieron comer el envase de cartón dejando intacto el contenido.
La carne
El ser humano no es carnívoro. Para su argumento nos invitan a dibujar una escena imposible en el que un homínido ve una ardilla, corre velozmente para cazarla devorándola con depredadora ferocidad leonina. El hombre no es carnívoro por naturaleza y ha camuflado sus preparaciones de carne para poder soportar su ingesta: no vemos la muerte del bebé ternero, se trocean en filetes las porciones, se carbonizan, se sazonan, etc. Todo ello para poder asimilar la idea de que estamos comiendo un cadáver. Además, una carne carbonizada destruye la cadena de aminoácidos por lo cual no podemos asimilar sus proteínas. En resumen, la carne cocinada es puro veneno.
Conclusión
Según los autores, la comida perfecta es aquella para la que el cuerpo humano está biológica y fisiológicamente preparado. No disponemos del tracto digestivo de un carnívoro ni el de un hervíboro. Nuestra alimentación se debería basar, o al menos aproximarse, a los alimentos naturales y vivos. Evitando todo aquello procedente del reino animal, procesado y cocinado.
Las mejores proteínas son las de las legumbres. Todo lo necesario para vivir está en el reino vegetal: frutas, verduras, etc.
El fenómeno de «La Antidieta» se ha disipado en la actualidad eclipsado por otras dietas más modernas. No obstante se siguen vendiendo más de 100.000 ejemplares cada año y parece que siguen teniendo seguidores.
Es interesante conocer este tipo de dietas como curiosidad editorial e histórica pero, insistimos, para su alimentación mejor consulte a un profesional dietista-nutricionista.
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